BITÁCORA DEL CAPITÁN - DÍA 2: DIARIO ÍNTIMO, SIN VERGÜENZA

Un diario íntimo con un candado gigante
¿Serán tan íntimos cómo lo imagino?

Hoy quiero romper con los estereotipos. Así, sin vueltas. Quiero decir bien claro que los chicos también podemos escribir un diario íntimo. Que no es una cuestión de género, ni de edad, ni de lo que “se espera” de nosotros. Es una cuestión de humanidad. De necesidad. De expresión.

Porque todos, absolutamente todos, tenemos pensamientos y sentimientos que necesitamos sacar. Que nos pesan, que nos confunden, que nos duelen, que nos alegran. Y escribirlos es una forma de entenderlos. De ordenarlos. De darles lugar.

Así que acá estoy, desahogándome con vos, querido diario. Porque sí, soy un chico de 15 años, y tengo cosas para decir. Cosas que no siempre puedo compartir con los demás. Cosas que a veces ni yo entiendo del todo. Pero que están ahí, latiendo, esperando ser escuchadas.

¿Por qué parece raro que un chico escriba un diario?

A veces la gente piensa que los chicos no deberíamos mostrar nuestras emociones. Que tenemos que ser duros, callados, “machos”. Que hablar de lo que sentimos es de débiles. Que llorar es vergonzoso. Que escribir sobre lo que nos pasa es algo “de chicas”.

Y eso, sinceramente, es una tontería.

Porque todos necesitamos un espacio para ser honestos. Para ser vulnerables. Para decir “me siento mal”, “tengo miedo”, “no sé qué hacer”. Y ese espacio puede ser un diario. Un cuaderno. Un archivo en la compu. Un blog como este.

No importa el formato. Lo que importa es el acto. El gesto. La decisión de abrirse.

Y si eso incomoda a algunos, que se incomoden. No voy a dejar de ser quien soy por miedo al juicio ajeno.

La escritura como espejo

Escribir un diario íntimo es como mirarse al espejo. Pero no al espejo del baño, donde uno se fija si tiene un grano o si el pelo está desordenado. Es otro tipo de espejo. Uno que refleja lo que hay adentro. Lo que no se ve. Lo que no se dice.

Y a veces ese reflejo asusta. Porque aparecen cosas que no sabíamos que estaban ahí. Dudas. Enojos. Tristezas. Deseos. Recuerdos.

Pero también aparece lo lindo. Lo que nos hace únicos. Lo que nos emociona. Lo que nos da fuerza.

Por eso escribo. Para conocerme. Para entenderme. Para acompañarme.

¿Qué hay en mi cabeza hoy?

Hoy tengo muchas cosas en la cabeza. Algunas claras, otras confusas. Algunas que me dan alegría, otras que me hacen sentir raro.

Por ejemplo, estoy pensando en cómo me siento en esta nueva ciudad. Tres Arroyos todavía es un misterio para mí. No conozco a casi nadie. No sé bien cómo moverme. Me cuesta encontrar mi lugar.

Pero también estoy pensando en lo que dejé atrás. En Claromecó. En mis amigos. En mi rutina. En esa sensación de pertenencia que ahora extraño.

Y en medio de todo eso, también pienso en mí. En quién soy. En quién quiero ser. En cómo me ven los demás. En cómo me veo yo.

Es mucho. Es intenso. Y escribirlo me ayuda a no explotar.

¿Qué significa ser auténtico?

Ser auténtico, para mí, es no mentirse. No fingir. No actuar para encajar.

Y eso es difícil. Porque vivimos en un mundo que nos empuja a aparentar. A mostrar solo lo que se acepta. A esconder lo que incomoda.

Pero yo no quiero eso. Quiero ser yo. Con mis luces y mis sombras. Con mis aciertos y mis errores. Con mis emociones, aunque sean contradictorias.

Y este diario me permite eso. Me permite ser auténtico. Me permite decir “hoy estoy triste” sin tener que justificarlo. Me permite decir “me siento solo” sin que me miren raro.

¿Qué me gustaría que pasara?

Me gustaría que más chicos se animen a escribir. Que se den cuenta de que no hay nada vergonzoso en tener un diario. Que es una herramienta poderosa. Que puede ser un refugio, un amigo, un espacio de libertad.

Me gustaría que en los colegios se hablara más de esto. Que no se rían cuando alguien dice que escribe. Que se fomente la expresión. Que se valore la introspección.

Me gustaría que los adultos dejaran de repetir frases como “los hombres no lloran” o “tenés que ser fuerte”. Porque ser fuerte también es animarse a mostrar lo que uno siente. Ser fuerte también es pedir ayuda. Ser fuerte también es escribir un diario.

¿Qué me da miedo?

Me da miedo que me juzguen. Que digan que soy raro. Que se burlen.

Me da miedo que alguien lea esto y piense que soy débil. Que no soy “como debería ser”.

Pero más miedo me da callarme. Guardarme todo. Reprimir lo que siento. Fingir que está todo bien cuando no lo está.

Así que elijo el miedo que me permite avanzar. Elijo el miedo que me empuja a ser valiente. Elijo escribir.

¿Qué me da esperanza?

Me da esperanza saber que no estoy solo. Que hay otros chicos que también sienten. Que también dudan. Que también escriben.

Me da esperanza este diario. Este espacio. Esta bitácora.

Me da esperanza pensar que, con el tiempo, voy a poder mirar para atrás y ver todo lo que crecí. Todo lo que aprendí. Todo lo que superé.

Me da esperanza ser sincero. Ser auténtico. Ser yo.

¿Qué quiero decirle a otros chicos?

Si estás leyendo esto y sos un pibe que siente que tiene cosas para decir, pero no sabe cómo, te digo: escribí.

No importa si es en un cuaderno, en el celular, en una servilleta. No importa si lo compartís o lo guardás. Lo importante es que lo hagas.

Porque escribir es liberador. Es sanador. Es transformador.

Y no tenés que ser escritor. No tenés que usar palabras complicadas. Solo tenés que ser vos.

¿Qué le agradezco a este diario?

Le agradezco ser mi espacio seguro. Mi lugar de expresión. Mi confidente.

Le agradezco no juzgarme. No interrumpirme. No decirme “no digas eso”.

Le agradezco permitirme ser vulnerable. Ser honesto. Ser humano.

¿Qué sigue?

Voy a seguir escribiendo. Aunque me dé miedo. Aunque me cueste. Aunque a veces no sepa qué decir.

Voy a seguir siendo auténtico. Rompiendo estereotipos. Abriendo caminos.

Porque este diario no es solo mío. Es de todos los que alguna vez sintieron que no podían hablar. Que no podían llorar. Que no podían escribir.

Y si este post sirve para que alguien se anime, entonces valió la pena.

Gracias por estar ahí, diario. Gracias por escucharme. Gracias por ser ese lugar donde puedo ser yo sin máscaras.

Hasta la próxima entrada. El Capitán sigue navegando. Y esta vez, lo hace con el corazón abierto.



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Mariano Romero Arregin

¡Hola! Mi nombre es Mariano — Un hombre común y corriente escribiendo sobra la vida. Soy primeramente CRISTIANO. En lo profesional, soy productor agrícola, promotor agroecológico en un cultivar de frutas finas, fermentista y cuando tengo algo de tiempo (y dinero especialmente) un viajero amateur. Además, aquí estoy compartiendo mis historias familiares, mi amor por la vida en los cultivos, la naturaleza, la tecnología y el ocio en general.

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