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| ¿Qué será de mi? |
Hoy quiero hablar de algo que me viene rondando hace días. Algo que quizás no se dice mucho, pero que para mí tiene un valor enorme: los secretos que puedo contarle a un diario íntimo. Porque sí, aunque algunos piensen que escribir un diario es cosa de otros tiempos, o que no tiene sentido, yo creo que es todo lo contrario. Es un espacio único, personal, donde puedo ser yo sin filtros, sin miedo, sin tener que actuar para nadie.
Y como chico de 15 años, tengo cosas para decir. Sé que todavía no viví tanto como otros. Que hay adultos que miran con cara de “ya vas a entender cuando seas más grande”. Pero también sé que lo que vivo ahora importa. Que cada experiencia, cada emoción, cada pensamiento que tengo forma parte de mi historia. Y que este diario es el lugar donde esa historia se va escribiendo, paso a paso.
Los secretos que no se cuentan en voz alta
Hay cosas que no se dicen. No porque sean malas, sino porque son íntimas. Porque no sabemos cómo van a reaccionar los demás. Porque nos da vergüenza. Porque nos da miedo.
Y esas cosas, esos secretos, encuentran refugio en este diario.
Por ejemplo, a veces me siento solo. Aunque esté rodeado de gente. Aunque tenga amigos. Aunque mi familia esté cerca. Hay momentos en los que siento que nadie me entiende del todo. Que lo que pienso o siento no encaja con lo que se espera de mí.
Y eso no lo digo en voz alta. Pero lo escribo acá.
También hay días en los que me siento triste sin saber por qué. En los que todo me molesta. En los que no tengo ganas de hablar con nadie. Y no quiero que me pregunten “¿qué te pasa?” porque ni yo lo sé.
Esos días también los escribo acá.
Y hay cosas que me ilusionan, que me emocionan, que me hacen soñar. Como pensar en el futuro, en lo que quiero ser, en los lugares que quiero conocer, en las personas que todavía no llegaron a mi vida pero que quizás algún día lo hagan.
Todo eso también lo escribo acá.
Porque este diario no me juzga. No me interrumpe. No me dice “no digas eso”. Me escucha. Me acompaña. Me deja ser.
La rutina que a veces pesa
La escuela, las tareas, los horarios, las obligaciones. Todo eso forma parte de mi vida. Y aunque entiendo que es necesario, a veces me pesa.
Me levanto temprano, voy al colegio, vuelvo, hago la tarea, estudio, ceno, me acuesto. Y al otro día, lo mismo.
Hay días en los que siento que estoy atrapado en una especie de loop. Que todo se repite. Que no pasa nada nuevo.
Y eso me frustra. Me aburre. Me hace preguntarme si así va a ser siempre.
Pero también sé que cada día puede traer algo distinto. Una charla inesperada. Una risa compartida. Una idea que aparece de la nada. Un momento que rompe la rutina.
Y esos momentos son los que me hacen seguir. Los que me recuerdan que la vida no es solo deberes y horarios. Que también hay espacio para lo espontáneo, para lo mágico, para lo inesperado.
Lo que vivo ahora también importa
A veces escucho frases como “cuando seas grande vas a entender” o “todavía sos chico, no te preocupes por eso”. Y aunque sé que vienen con buena intención, también me hacen sentir que lo que vivo ahora no tiene valor.
Pero yo no estoy de acuerdo.
Porque lo que siento hoy, lo que pienso hoy, lo que experimento hoy, también es parte de mi historia. También me forma. También me define.
Cada amistad que tengo, cada discusión que me duele, cada logro que me hace sonreír, cada error que me enseña algo… todo eso importa.
No necesito tener 30 años para tener una historia. Ya la estoy escribiendo. Y este diario es testigo de eso.
El futuro como promesa
A veces me quedo pensando en el futuro. En lo que vendrá. En lo que todavía no conozco.
¿Qué caminos voy a tomar? ¿Qué personas voy a conocer? ¿Qué sueños voy a alcanzar?
Son preguntas que me llenan de curiosidad. Que me emocionan. Que me dan ganas de seguir.
No tengo todas las respuestas. Ni siquiera tengo muchas certezas. Pero tengo ganas. Tengo esperanza. Tengo ilusión.
Y eso me basta.
Porque el futuro no es algo que se espera sentado. Es algo que se construye. Que se busca. Que se vive.
Vivir cada día al máximo
No quiero que la vida se me pase esperando “el momento perfecto”. No quiero que los días se acumulen sin que los haya vivido de verdad.
Quiero disfrutar cada instante. Cada paso. Cada conversación. Cada silencio.
No importa si parece grande o pequeño. Porque cada momento cuenta. Cada momento puede enseñarme algo. Cada momento puede ser especial.
Y eso es lo que quiero hacer. Vivir. Sentir. Aprender.
Este diario como compañero de viaje
Este diario es más que un cuaderno. Es más que un archivo. Es más que un blog.
Es mi compañero. Mi confidente. Mi espacio seguro.
Acá puedo guardar mis secretos más profundos. Compartir mis pensamientos más íntimos. Ser yo sin miedo.
Y eso no tiene precio.
Gracias, diario, por estar acá. Por acompañarme. Por escucharme.
Lo mejor está por llegar
Sé que todavía no viví todo lo que la vida tiene para ofrecerme. Sé que hay emociones, desafíos, aventuras que me esperan.
Y eso me entusiasma. Me llena de energía. Me da ganas de seguir.
Porque como dicen… lo mejor está por llegar.
Y mientras tanto, voy a seguir escribiendo. Voy a seguir viviendo. Voy a seguir siendo yo.
Hasta la próxima, diario. El Capitán sigue navegando. Y cada palabra escrita es una estrella en el mapa de su viaje.




