Tu sonrisa, como Hamsa, protegió mi corazón,
un "amuleto de fe" que ahuyentaba la aflicción.
Ahora eres un suspiro, un halo de eternidad,
una luz que en la oscuridad siempre brillará.
A veces pienso en sinónimos confusos,
que trae tu nombre a mi mente afligida,
pero el calor y el amor son dos rumbos,
distantes, lejanos, como almas desprendidas.
Mi alma suspira por ese gran calor,
que solo existe en la ausencia de tu ser,
tu imposible amor, un sueño sin valor,
un eco lejano, imposible de tener.
La nieve de los inviernos besó tu piel dorada,
y en su frío abrazo tu esencia quedó plasmada.
Eras un soplo de invierno en el cálido hogar,
la dulcera de mi vida, mi estrella polar.
Ahora en la eternidad, en el cielo infinito,
bailas con las estrellas, desprendiendo amor bendito.
Amada inmortal, tu esencia sigue aquí, vibrante,
y en mi corazón florece un amor que no se agotará jamás.
Descansa en paz, dulce ser, en tu nuevo hogar,
mientras te llevo en mi alma, dondequiera que vaya.
Por siempre estarás presente, amada sin final,
y en estas palabras, te inmortalizaré más allá.


