viernes, 7 de junio de 2024

HOY HAY CUMPLEAÑOS EN EL CIELO

Mis abuelos en el partenón de mi barrio

Hoy, en el día que habría sido el cumpleaños de mi querida abuela Verónica, escribo unas pequeñas palabras para recordar y celebrar la vida de una mujer extraordinaria. Aunque ya no esté físicamente entre nosotros, su espíritu sigue vivo en nuestros corazones y en los recuerdos que compartimos.

Cómo lo he dicho anteriormente, mi abuela tenía una fe inquebrantable que iluminaba su vida y la de quienes la rodeaban. Su confianza en Dios y en la vida eterna le daba una fuerza que parecía insuperable. Siempre enfrentó los desafíos con una calma y una esperanza que solo pueden provenir de una fe profunda y sincera. Esa misma fe la acompañó hasta sus últimos días, brindándole paz y serenidad incluso en los momentos más difíciles.

A lo largo de su vida, mi abuela mostró un amor incondicional por su familia y una generosidad sin límites hacia su comunidad. Era una persona siempre dispuesta a ayudar, a ofrecer una mano amiga, sin esperar nada a cambio. Su bondad y su dedicación dejaron una huella imborrable en todos los que tuvimos el privilegio de conocerla.

En sus últimos años, a pesar de las enfermedades que intentaron arrebatarle su vitalidad, su espíritu nunca se quebró. Continuó siendo un ejemplo de fortaleza y fe, confiando en que la voluntad de Dios era lo más importante. Cada día vivido junto a ella fue un regalo, una lección de amor y esperanza.

A la izquierda mi abuelo José y a la derecha mi abuela Vero

Hoy, al recordar a mi abuela en su cumpleaños, siento un vacío que nunca podrá ser llenado. Su ausencia se siente profundamente en nuestro hogar y en nuestras vidas. Sin embargo, también siento una profunda gratitud por todo lo que nos dio. Me enseñó a vivir con amor, a enfrentar las adversidades con fe y a valorar cada momento.

Abuela Verónica, en este día especial, quiero decirte MUCHAS GRACIAS. Gracias por tu amor incondicional, por tus sabias palabras y por tus actos desinteresados. Eres una inspiración y un ejemplo para todos nosotros. Aunque ya no estés aquí, tu legado vive en cada uno de nosotros y en la comunidad que tanto te quería. Estoy completamente seguro de que ahora está en un lugar mucho mejor que el nuestro. Porque los cristianos no mueren simplemente; Dios no es un dios de muertos, sino de VIVOS.

Te recordaré siempre con cariño y gratitud. Feliz cumpleaños en el cielo, abuela querida. Que tu espíritu continúe guiándonos y protegiéndonos desde ese lugar de paz y amor eterno.

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