Mis abuelos en el partenón de mi barrio |
Hoy, en el día que habría sido el cumpleaños de mi querida abuela Verónica, escribo unas pequeñas palabras para recordar y celebrar la vida de una mujer extraordinaria. Aunque ya no esté físicamente entre nosotros, su espíritu sigue vivo en nuestros corazones y en los recuerdos que compartimos.
Cómo lo he dicho anteriormente, mi abuela tenía una fe inquebrantable que iluminaba su vida y la de quienes la rodeaban. Su confianza en Dios y en la vida eterna le daba una fuerza que parecía insuperable. Siempre enfrentó los desafíos con una calma y una esperanza que solo pueden provenir de una fe profunda y sincera. Esa misma fe la acompañó hasta sus últimos días, brindándole paz y serenidad incluso en los momentos más difíciles.
A lo largo de su vida, mi abuela mostró un amor incondicional por su familia y una generosidad sin límites hacia su comunidad. Era una persona siempre dispuesta a ayudar, a ofrecer una mano amiga, sin esperar nada a cambio. Su bondad y su dedicación dejaron una huella imborrable en todos los que tuvimos el privilegio de conocerla.
En sus últimos años, a pesar de las enfermedades que intentaron arrebatarle su vitalidad, su espíritu nunca se quebró. Continuó siendo un ejemplo de fortaleza y fe, confiando en que la voluntad de Dios era lo más importante. Cada día vivido junto a ella fue un regalo, una lección de amor y esperanza.
Cómo lo he dicho anteriormente, mi abuela tenía una fe inquebrantable que iluminaba su vida y la de quienes la rodeaban. Su confianza en Dios y en la vida eterna le daba una fuerza que parecía insuperable. Siempre enfrentó los desafíos con una calma y una esperanza que solo pueden provenir de una fe profunda y sincera. Esa misma fe la acompañó hasta sus últimos días, brindándole paz y serenidad incluso en los momentos más difíciles.
A lo largo de su vida, mi abuela mostró un amor incondicional por su familia y una generosidad sin límites hacia su comunidad. Era una persona siempre dispuesta a ayudar, a ofrecer una mano amiga, sin esperar nada a cambio. Su bondad y su dedicación dejaron una huella imborrable en todos los que tuvimos el privilegio de conocerla.
En sus últimos años, a pesar de las enfermedades que intentaron arrebatarle su vitalidad, su espíritu nunca se quebró. Continuó siendo un ejemplo de fortaleza y fe, confiando en que la voluntad de Dios era lo más importante. Cada día vivido junto a ella fue un regalo, una lección de amor y esperanza.
Hoy, al recordar a mi abuela en su cumpleaños, siento un vacío que nunca podrá ser llenado. Su ausencia se siente profundamente en nuestro hogar y en nuestras vidas. Sin embargo, también siento una profunda gratitud por todo lo que nos dio. Me enseñó a vivir con amor, a enfrentar las adversidades con fe y a valorar cada momento.
Abuela Verónica, en este día especial, quiero decirte MUCHAS GRACIAS. Gracias por tu amor incondicional, por tus sabias palabras y por tus actos desinteresados. Eres una inspiración y un ejemplo para todos nosotros. Aunque ya no estés aquí, tu legado vive en cada uno de nosotros y en la comunidad que tanto te quería. Estoy completamente seguro de que ahora está en un lugar mucho mejor que el nuestro. Porque los cristianos no mueren simplemente; Dios no es un dios de muertos, sino de VIVOS.
Abuela Verónica, en este día especial, quiero decirte MUCHAS GRACIAS. Gracias por tu amor incondicional, por tus sabias palabras y por tus actos desinteresados. Eres una inspiración y un ejemplo para todos nosotros. Aunque ya no estés aquí, tu legado vive en cada uno de nosotros y en la comunidad que tanto te quería. Estoy completamente seguro de que ahora está en un lugar mucho mejor que el nuestro. Porque los cristianos no mueren simplemente; Dios no es un dios de muertos, sino de VIVOS.
Te recordaré siempre con cariño y gratitud. Feliz cumpleaños en el cielo, abuela querida. Que tu espíritu continúe guiándonos y protegiéndonos desde ese lugar de paz y amor eterno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario