UN CAFÉ EN LA UNIÓN

Vista de la panadería

Wazzup, diario de mi vida,

Hoy te cuento sobre la jodida jornada de invierno que pasé anoche con mi familia. Fuimos a la panadería La Unión de Tolhuin y nos tomamos algo calentito para combatir el frío. Te juro, diario, que el calor de ese lugar era la gloria bendita.

Imagínate, era una noche congelada y estábamos todos envueltos en nuestras bufandas y abrigos más tochos. Pero entrar en la panadería fue como entrar en el paraíso. El aroma a pan recién horneado llenaba el aire y nos abrazaba como si nos dieran una bienvenida de primera clase.

Nos sentamos en una mesa cerca de la ventana y nos pedimos unos cafés y unos chocolatitos calientes ¡Madre mía, eso era la perfección hecha bebida! Cada sorbo era como si mi cuerpo se derritiera de puro placer. Incluso podía sentir cómo mi alma se calentaba con cada trago. ¡Qué exagerado soy!

Y lo mejor de todo era la compañía, diario. Estábamos mi mamá y mis hermanos Dai y Guille, todos juntos, charlando y riendo como si no hubiera un mañana. Esas risas y las conversaciones tontas son las que hacen que los momentos en familia sean tan jodidamente especiales.

La panadería estaba llena de gente también, algunos turistas que venían a disfrutar del invierno en Tolhuin. La atmósfera era animada y alegre, con todo el mundo disfrutando de sus panes y pasteles. Me encanta cómo los lugares así te hacen sentir parte de una comunidad, incluso si no conoces a nadie.

En fin, diario, fue una noche genial en La Unión. Me dio un respiro del frío y las preocupaciones de la vida cotidiana. Estos pequeños momentos con la familia son los que nos recuerdan lo importante que es disfrutar de las cosas simples y apreciar a las personas que nos rodean.

Mañana será otro día, pero siempre guardaré en mi memoria este ratito mágico que pasamos juntos en esa panadería acogedora. Y quién sabe, tal vez volvamos pronto a disfrutar de más calorcito y risas en La Unión.

Nos vemos luego, diario de las mil batallas.

¡Saludos y buenas vibras!