Quiero reflexionar sobre un tema que me resulta fundamental en mi vida: la igualdad de género y el rechazo absoluto hacia cualquier forma de misoginia. Afortunadamente, he aprendido a identificar y valorar los principios innegociables cuando se trata de personas que sostienen un discurso misógino, sin importar de qué sector provengan.
Me resulta increíble cómo algunas personas pueden aferrarse a prejuicios heredados y caer en la trampa de la hipocresía. No estoy dispuesto a aceptar aquellos discursos que intentan justificar la superioridad del hombre sobre la mujer, basándose en supuestas creencias religiosas o en teorías que intentan menospreciar el rol de la mujer en la sociedad. Es curioso ver cómo aquellos que defienden estas ideas retrógradas son los primeros en levantar la voz cuando se sienten "lastimados" por la reivindicación y el empoderamiento de las mujeres.
En mi pasado, fui parte de un grupo donde las mujeres eran relegadas a un papel de sumisión, donde se esperaba que acataran las estupideces de sus esposos y se les negaba el derecho a expresar una opinión diferente. Esta fue una de las principales razones por las que decidí alejarme de ese entorno. No podía aceptar ser parte de un sistema que oprimía y negaba la libertad y los derechos de las mujeres.
Afortunadamente, me encuentro en el otro lado de la vereda, en el lado de aquellos que consideran que la mujer es un ser humano con plenos derechos y capacidades. No creo en la idea de que las mujeres son objetos destinados a cumplir roles preestablecidos de por vida. No las veo como muñecas inflables sin capacidad de razonar, sino como seres humanos con talento, inteligencia y la capacidad de desarrollarse tanto personal como profesionalmente.
Mi visión va más allá de los estereotipos de género. No creo que el único objetivo de una mujer sea ser una esposa obediente y madre de muchos hijos. Cada mujer tiene el derecho de elegir su propio camino y definir su propia identidad. Debemos luchar por una sociedad en la que hombres y mujeres sean tratados en igualdad de condiciones, donde se respete su autonomía y se valoren sus logros.
Gracias por ser mi confidente, querido diario. Juntos, podemos hacer la diferencia.
Con determinación.
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