lunes, 14 de julio de 2025

HE LLEGADO A LOS 40 AÑOS

En el Parque Nacional Tierra del Fuego (durante el verano)

Raro número si los hay. Redondo, exacto, simbólico… casi una sentencia. 
No soy de los que gustan celebrar los cumpleaños. Por lo menos desde hace un tiempo para acá.
Y no por amargura, sino porque a veces el silencio pesa más que los brindis forzados.

Los 40 llegan sin pedir permiso, como una factura vencida de la luz que sabías que te iba a llegar pero igual te molesta cuando la ves.

Es un número que te obliga a mirar para atrás, aunque vos quieras mirar para adelante.
Un número que a veces pesa más que la mochila que uno arrastra con las decisiones, los errores, los aciertos y las pérdidas.

No me malinterpreten. No es que me sienta mal.
Pero tampoco puedo decir que me sienta eufórico.
La vida en esta etapa tiene un sabor raro.
Un sabor entre mate lavado y pan recién horneado: algo se enfría y algo empieza.

Me encuentro rodeado de silencios más largos y de certezas más escasas.
Ya no busco tener razón, ni convencer a nadie.
No necesito agradar.
Ni correr detrás de expectativas ajenas.
Me importa menos lo que piensan los demás y más lo que pienso yo cuando apago la luz y me quedo solo conmigo mismo.

Y aunque no haya torta ni globos, me doy un regalo:
la posibilidad de seguir escribiendo, de seguir buscando, de seguir dudando.
A esta altura, ya no me interesa la aprobación. Me interesa la autenticidad.
Y si algo aprendí, es que los 40 no vienen a darte respuestas:
vienen a enseñarte que todavía estás a tiempo de cambiar todas las preguntas.

Así que no, no esperes una fiesta.
Pero sí, tal vez, un buen mate, una charla honesta y un poco de música triste de fondo.
Eso, para mí, es más celebración que cualquier torta con velitas.

Felices 40 para mí.
Y para todos los que llegamos hasta acá… sin mapas, pero con coraje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

POPULARES