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| Las máscaras para esconder la identidad |
Un hermoso día ha comenzado. El sol brilla sobre Mar del Plata y me imagino que ya la gente que nos está visitando en la ciudad ya debe estar pensando en irse a la playita.
Es lunes, pero es feriado de carnaval. Una celebración que varía dependiendo el lugar geográfico donde se realice, pero que para mí siempre va a destacar, el placer hacia los vicios de la carne (aunque muchos, irónicamente, hagan ayuno de carne animal), la veneración de múltiples dioses paganos, la lujuria y el abuso de bebidas alcohólicas. El carnaval ya es una fiesta "religiosa" que el mundo ama y ha hecho que la gente fuera normalizando situaciones, que hasta llegan a ser perversiones, después de todo está ese malinterpretado "permiso para pecar".
En mi barrio (al igual que en toda Argentina), todos estos días la gente se junta en la plaza principal para preparar los corsos con las batucadas y los bailes. En Brasil, se hace el carnaval "mais grande do mundo" y el resto de América Latina no se queda atrás. En Europa, los carnavales también son protagonistas en países como Alemania o Italia (aunque no son los únicos por supuesto), mientras que en Rusia y otros países de Europa del Este, la maslenitsa también se hace presente.
Siempre se me viene a la mente cuando pienso en el carnaval, lo mismo que hacen esos "cristianos" en esa famosa iglesia católica que existe en la calle Reeperbahn en Hamburgo (si, estoy hablando de la zona roja sexual de esa ciudad alemana) cuando van a pedir el perdón de sus pecados después de haber consumido servicios sexuales descontroladamente en el "distrito de la libertad"
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