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Vigilia en homenaje a Malvinas y los combatientes |
Malvinas, un nombre que evoca dolor, orgullo y un profundo sentido de injusticia. Desde mi infancia, crecí escuchando historias sobre las islas, sobre la guerra que marcó a toda una generación, sobre los héroes que sacrificaron sus vidas en defensa de nuestra tierra. Pero a medida que los años pasan, la herida sigue abierta, el reclamo por nuestra soberanía sigue vigente, y las Malvinas siguen bajo la ocupación ilegal.
Es un nuevo año que pasa, pero el panorama no ha cambiado. Las islas siguen en manos extranjeras, bajo un extraño pabellón que ondea en su suelo como un recordatorio constante de nuestra perdida perla austral como reza su marcha. No hay avances en las negociaciones, todo parece estar estancado en un extraño y horrible momento de enfriamiento del reclamo por nuestros derechos como argentinos. Ahí es cuando digo que no importa los títulos de honor de nuestros representantes, sino que el interés por la patria sea lo que los movilice.
Me pregunto cómo es posible que en pleno siglo XXI todavía haya colonialismo en nuestro territorio. Cómo es posible que, después de tantos años, nuestra provincia más austral siga fragmentada y existan partes de ella que sigan siendo inaccesible para nosotros, sus verdaderos dueños. Cómo es posible que la memoria de los argentinos que dieron su vida defendiendo nuestras tierras se vea empañada por la falta de acción y la indiferencia de aquellos que tienen el poder de cambiar las cosas.
Porque nuestra lucha por las Malvinas y el resto de islas del Atlántico Sur va mucho más allá de los metros cuadrados que ocupan. Es una cuestión de identidad, de soberanía, de justicia. Es el derecho de todo argentino a pisar libremente nuestro propio suelo, a sentirnos parte de una tierra que nos pertenece por derecho histórico y legal. Es la memoria de nuestros caídos, cuyo sacrificio no debe ser olvidado ni traicionado.
¡Por la gloria y el honor de ser parte de esta tierra, no puedo permitirme olvidar!
Así que hoy escribo esto, con el firme propósito de seguir adelante, de no rendirme ante la injusticia y la adversidad de las que hay un sector de la sociedad que nos quiere hacer cómplices. Pero sé que la batalla no será fácil. Hay poderosos intereses en juego, obstáculos políticos y “diplomáticos” que debemos enfrentar. Sin embargo, me niego a rendirme. Porque sé que la verdad está de nuestro lado, que la justicia prevalecerá y que algún día, las Malvinas volverán a ser argentinas.
Mientras tanto, me aferró a la esperanza, a la fuerza de mi pueblo, a la memoria de nuestros héroes. Porque sé que mientras haya argentinos dispuestos a luchar por lo que es justo y correcto, nunca estaremos verdaderamente solos. Y así, con el corazón lleno de orgullo y determinación, sigo adelante, en la eterna lucha por nuestras Malvinas, por nuestra patria, por nuestra soberanía.
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