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Elige el lado correcto |
En los confines (De tantos años vividos en Tierra del Fuego, esta palabra la tengo asimilada) del tiempo y el espacio, donde los hilos del destino se entrelazan en una danza eterna, se encuentra el alma de la dualidad. En este gigantesco escenario, donde las sombras y la luz entran en un perpetuo juego de confrontación, el bien y el mal luchan constantemente. Y en el epicentro de esta batalla cósmica, yace el corazón del hombre, un terreno sagrado donde se libra una guerra eterna. Alguna vez leí la frase de Fiódor Dostoyevski ... que junto a C.S. Lewis son mis escritores favoritos y a partir de ella he creado esta historia.
El peso de la decisión se cernía sobre mí como una sombra ineludible. Me encontraba en el centro de un torbellino de tentaciones y dilemas morales que amenazaban con arrastrarme hacia la oscuridad. En esos momentos, parecía que cada paso que daba en la dirección correcta era contrarrestado por la fuerza sutil pero poderosa del mal que acechaba en las sombras.
La oferta tentadora de mi colega resonaba en mi mente como un eco persistente. La promesa de riqueza rápida y facilidades materialistas llamaba a mi puerta con una seducción peligrosa. Pero en el fondo de mi ser, la voz del bien resonaba con una claridad que no podía ignorar. La honestidad y la integridad eran los pilares que me habían sido inculcados desde joven, y no podía traicionar esos valores por un beneficio efímero.
A pesar de mi determinación inicial, la batalla estaba lejos de terminar. El mal no se contentaba con una sola derrota; buscaba nuevas formas de corromper mi corazón y socavar mi voluntad. En mi vida personal, me encontré con desafíos aún más complejos. Una antigua llama del pasado, una pasión prohibida que había creído enterrada, resurgió de las cenizas con una fuerza arrolladora.
Las tentaciones de la carne y los placeres mundanos se alzaron como un muro imponente frente a mí. La voz del mal susurraba en mi oído, instigándome a ceder a los impulsos del deseo y la lujuria. Pero la voz del bien, aunque más suave, resonaba con una fuerza mucho mayor. Recordaba la importancia del compromiso y la lealtad hacia aquellos que me amaban y confiaban en mí.
En medio de esta lucha interna, una presencia oscura acechaba en las sombras, observando con interés cada movimiento que hacía. Era un ente antiguo, cuyo propósito era sembrar el caos y la destrucción en el corazón de los hombres. Se alimentaba del sufrimiento y la desesperación, buscando reclamar nuevas almas para su causa perversa.
En el punto álgido de mi tormento, un giro inesperado de los acontecimientos sacudió mi mundo hasta sus cimientos. Una tragedia personal me sumió en un abismo de dolor y desesperación, dejándome vulnerable ante las fuerzas que buscaban corromperme. En mi hora más oscura, la voz del mal se intensificó, aprovechando mi debilidad para sembrar semillas de duda y desesperanza en mi corazón.
Pero incluso en medio de la oscuridad más profunda, la luz del bien seguía brillando. A través del amor y el apoyo de aquellos que me rodeaban, encontré la fuerza para resistir la influencia del mal. Con valentía y determinación, elegí el camino de la redención, enfrentando mis propios demonios internos con coraje y determinación.
La batalla culminó en un enfrentamiento épico entre el bien y el mal, donde me encontré cara a cara con la entidad oscura que había estado acechando en las sombras. En un acto de sacrificio supremo, me enfrenté a la oscuridad con la luz de mi propia alma, dispuesto a defender lo que era justo y verdadero hasta el último aliento.
En el clímax de la batalla, mi corazón se convirtió en el campo de batalla final, donde las fuerzas de la dualidad se enfrentaron en una lucha titánica por el dominio. En un destello de luz y oscuridad, la entidad oscura fue derrotada, su influencia desvaneciéndose en la nada. Y en el silencio que siguió, emergí victorioso, mi corazón purgado de la sombra que había amenazado con consumirme durante tanto tiempo.
Esa experiencia me enseñó una lección invaluable: la verdadera fuerza reside en la capacidad de resistir la tentación y mantenerse fiel a uno mismo, incluso en los momentos más difíciles cuando el camino más sensato es simplemente huir y aceptar que solo no podemos. Aunque el camino del bien pueda ser difícil y lleno de obstáculos, es el único camino que lleva a la verdadera realización y paz interior. Y así, con la cabeza en alto y el corazón lleno de determinación, continué mi viaje.
Esta historia jamás tendrá un final.
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