martes, 31 de octubre de 2023

NOSOTROS NO CELEBRAMOS HALLOWEEN

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Halloween, esa festividad importada que ha ganado popularidad en muchos lugares del mundo, incluyendo lamentablemente Argentina, es un tema que ha suscitado una serie de opiniones encontradas. Desde mi perspectiva, veo Halloween como una festividad que no forma parte de la identidad argentina ni mucho menos de la identidad cristiana. A lo largo de este extenso texto, exploraré en detalle mis razones para mantener una opinión negativa sobre Halloween en el contexto de Argentina y desde una perspectiva cristiana.

Antes de profundizar en los argumentos en contra de Halloween, es importante comprender el origen de esta celebración y cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo. Halloween tiene sus raíces en la antigua festividad celta de Samhain, que marcaba el final del verano y el comienzo del invierno. Los celtas creían que en esta fecha, los espíritus de los muertos volvían a la Tierra, y para protegerse de los espíritus malignos, encendían hogueras y usaban disfraces.

Con la expansión del cristianismo, la Iglesia Católica Romana intentó cristianizar las festividades paganas, y Samhain se fusionó con el Día de Todos los Santos, que se celebraba el 1 de noviembre. De esta manera, la noche anterior a Todos los Santos se convirtió en la víspera de "All Hallows' Eve," lo que finalmente derivó en Halloween.

Sin embargo, el Halloween que conocemos hoy en día tiene sus orígenes en América del Norte. Fue llevado a América por los colonos europeos y se ha convertido en una festividad comercial y culturalmente importante en Estados Unidos, donde la influencia de la industria del entretenimiento, la publicidad y el comercio ha hecho que esta festividad sea celebrada de manera masiva y, en ocasiones, excesiva.

En Argentina, Halloween ha ido ganando terreno en las últimas décadas, especialmente entre los más jóvenes. Pero a pesar de su creciente popularidad, muchos argentinos (incluyéndome por supuesto) se mantienen reacios a adoptarla como parte de su cultura. Aquí es donde comienzan las opiniones negativas sobre Halloween.

Primeramente y desde mi perspectiva como cristiano, Halloween se presenta como una celebración que promueve el culto a lo oculto y lo maligno. La representación de brujas, fantasmas y monstruos puede ser perturbadora y contribuir a una visión distorsionada de lo que es el bien y el mal. En lugar de celebrar la vida y la luz, Halloween se centra en la oscuridad y la muerte. Esta contradicción con los principios cristianos hace que sea difícil para mí, y para muchos cristianos, aceptar Halloween como una festividad inofensiva o divertida.

El énfasis en el aspecto tenebroso y macabro de Halloween también puede ser problemático para algunos padres y profesionales de la educación en Argentina. La exposición a imágenes y temas de terror puede ser inapropiada para niños pequeños y puede contribuir a una cultura de violencia y miedo en lugar de promover valores más positivos y constructivos. Como padre, me preocupa que mis hijos sean expuestos a contenidos que puedan perturbar su mente o que promuevan una visión distorsionada de la realidad. Prefiero fomentar en ellos valores de amor, bondad y respeto por la vida, en lugar de celebrar una festividad que gira en torno al miedo y la muerte.

Otro de los principales argumentos en contra de Halloween en Argentina es que es una festividad ajena a nuestra cultura. Nuestra nación tiene una rica historia de tradiciones y festividades propias, como el Día de la Independencia, el Día de la Revolución de Mayo y el Día de la Tradición (que por cierto hay gente que no tiene idea de cuando es), entre otros. Estas festividades reflejan la identidad argentina y su historia. Halloween, en contraste, es una celebración que no tiene raíces en la cultura argentina y que se ha importado principalmente a través de influencias extranjeras, en particular, de los Estados Unidos.

En esencia, como argentino, veo la adopción de Halloween como una pérdida de la riqueza de nuestras tradiciones y un desvío de nuestra identidad cultural. En lugar de celebrar festividades que nos conecten con nuestra historia y raíces, estamos adoptando una festividad que no tiene ningún vínculo con nuestra tierra ni con nuestra gente. Esto puede llevar a una dilución de nuestra identidad cultural y una adhesión acrítica a lo peor de las modas extranjeras.

Otra cosa absurda de esta "fiesta" es el aspecto comercial que tiene Halloween. Al igual que en muchos otros lugares, varias tiendas y empresas argentinas aprovechan esta festividad para vender disfraces, decoraciones y caramelos, lo que lleva a un aumento irracional de los gastos en una época del año en la que muchas familias argentinas ya no saben cómo seguir económicamente. La crítica al aspecto comercial de Halloween no se limita solo a los gastos. También se argumenta que esta festividad promueve el consumismo y la cultura de lo desechable. 

En resumen, desde mi perspectiva personal, Halloween es una festividad que no forma parte de la identidad argentina ni cristiana. La adopción de Halloween en Argentina se percibe como una pérdida de nuestra rica tradición cultural y un alejamiento de nuestras creencias religiosas. La promoción de lo macabro y lo tenebroso choca con los valores cristianos y puede tener un impacto negativo en la mente de los niños. Además, el aspecto comercial de Halloween puede llevar a un

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