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Las playas marplatenses son las más bonitas |
En el siguiente poema intento transportar al lector a la serenidad de una playa dorada, donde el sol despierta con su cálido resplandor. A través de sus versos, se pinta un cuadro vibrante donde el mar canta melodías suaves y las olas acarician la arena con ternura. El sol, como un pintor celestial, derrama colores radiantes en el cielo y el agua. La playa se convierte en un escenario donde flores silvestres añaden su belleza al paisaje, susurrando historias al viento. La brisa lleva consigo aromas frescos mientras el mar abraza la costa con su eterna sinfonía.
En la orilla dorada, donde el sol se despierta,
la playa se extiende como un lienzo abierto.
El mar canta melodías, un eco sereno,
mientras las olas acarician la arena con mimo tierno.
Bajo el sol radiante, un ballet de colores danza,
pintando el cielo y el agua con su magia extravagante.
La arena, suave como un suspiro de la naturaleza,
es testigo de historias que el viento acaricia con destreza.
Flores silvestres, joyas en la costa dorada,
bordando con sus pétalos la escena sosegada.
Colores vibrantes se entrelazan en un abrazo,
mientras la brisa lleva aromas en su paso.
El mar abraza la playa con su eterno murmullo,
una sinfonía que arrulla al sol en su ocaso.
La arena, testigo silente de secretos guardados,
mientras las flores susurran cuentos al océano.
Bajo el cielo que se tinta de tonos naranjas y rosados,
la playa se sumerge en un sueño embriagador.
Así, en este edén de sol, mar, arena y flores,
la naturaleza danza, pintando el mundo de amores.
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