miércoles, 26 de abril de 2023

REFLEXIÓN DESDE EL CORAZÓN


Después de trabajar un poco, me puse a escribir y quiero aprovechar la oportunidad para poder compartirles unas palabras que salen desde el fondo de mi corazón. 

Al igual que muchos de ustedes, a veces me he alejado de la senda ortodoxa y de la verdad que Dios nos enseña. En esos momentos, me encontré buscando excusas para justificar mis acciones, tratando de encontrar razones para alejarme de la verdad. Pero al final, me di cuenta de que solo encontré dolor y confusión en ese camino. Fue entonces cuando comencé a entender que en Cristo está el perdón, la reconciliación con el Padre, la única verdad y la vida eterna. Él murió por mí, por ti y por todos nosotros, y fueron nuestros pecados los que lo llevaron a la cruz "como cordero que va al matadero". Justamente este pasaje del libro de Isaías es una imagen poderosa de la humildad y la sumisión, que nos recuerda que el camino de la redención puede ser doloroso y difícil. El cordero representa a Jesucristo, quien fue crucificado para redimir los pecados del mundo. Su muerte fue dolorosa y humillante, pero también fue un acto de amor inmenso y de obediencia a la voluntad de Dios. En un mundo en el que a menudo se valora la fuerza y el poder, el cordero que fue llevado al matadero nos recuerda la importancia de la humildad y la sumisión. Nos recuerda que a veces es necesario sacrificar nuestra propia comodidad y seguridad en nombre de un bien mayor, y que la verdadera grandeza reside en el amor y la bondad hacia los demás.

En Jesucristo, encontré la paz que tanto anhelaba mi alma y la fuerza para enfrentar las tentaciones del mundo. Pero debo admitir que muchas veces hice oídos sordos a los consejos de Dios a través de todos sus siervos que alguna vez me hablaron y seguí el camino del mundo. Miré y escuché las tentaciones que se nos ofrece diariamente, sin pensar en las consecuencias que podrían tener en mi vida. Y así fue como me alejé de Dios y de la su iglesia, buscando algo que nunca me podría satisfacer completamente. Pero, como dicen, así como no se puede tapar el sol con un dedo. No se puede negar la existencia de un Dios que todo lo sabe y todo lo ve. Y aunque a veces intentamos ocultar nuestros errores, Dios siempre está ahí para guiarnos y mostrarnos el camino de regreso a Él. Incluso a través de los dolores más grande. Como diría mi escritor favorito (CS Lewis): "Dios susurra y habla a la conciencia a través del placer, pero le grita mediante el dolor: el dolor es su megáfono para despertar a un mundo adormecido"

Nada nos puede separar del amor de Dios (Romanos 8:35-39), porque nuestro valor de la redención ha sido pagado por la bendita, santa y perfecta sangre de nuestro Señor Jesucristo (1° Corintios 6:20). Jesucristo vino a vivir en este mundo entre nosotros, para tomar lo que era nuestro y darnos lo que era de Él.  Desde el principio del mundo hasta la eternidad, Dios nos ha amado y seguirá amándonos incondicionalmente.

Hoy ya puedo decir que he aprendido que el camino de Dios no es fácil, pero es el único camino que nos llevará a la verdadera felicidad. Y aunque a veces puedo dudar o caer, sé que Dios siempre estará ahí para levantarme y guiarme de regreso a Él.

He entendido que muchos de nosotros, en los cuales me incluyo, pensábamos que la felicidad estaba en tener una buena familia, una casa bonita, un auto nuevo, y todas esas cosas que el mundo nos vende como símbolos de éxito y felicidad. Pero la verdad es que la felicidad real se encuentra en conocer a Dios y en entender todo su plan de salvación para nuestras vidas. No me malinterpreten, si Dios en su voluntad nos bendice con muchas cosas materiales, ¡Gloria a Él! Pero también es para Su Gloria cuando las cosas no nos salen tan bien. Dios da y Dios quita, y eso no significa que Él sea malo o injusto. Él es soberano y sabe lo que es mejor para nosotros, aunque a veces, en nuestra finita y caída mentalidad humana, no lo podamos comprender del todo.

Una persona o una nación no es rica porque tenga mucho dinero o cosas materiales, sino porque está llena del Espíritu Santo, de la Palabra de Dios y de Cristo. Esa era la promesa hecha a la descendencia de Abraham (Génesis 12:3 / Hechos 3:25 / Gálatas 3:29 / Gálatas 3:16 / Hechos 2:39). La Biblia entera trata de Cristo, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. No es un libro de ficción, ni de historias desconectadas, ni una guía de inversión para hacerse millonario en la tierra, sino la Palabra viva y poderosa de un Dios eterno.

Antes de conocer a Dios (aunque muchas veces creía que lo conocía), mi vida era un desastre. Me sentía vacío y sin propósito, buscando la felicidad en cosas que nunca me llenaban. Me engañé a mí mismo creyendo que la felicidad estaba en las cosas pasajeras que ofrece el mundo a cambio de nuestra muerte espiritual. Pero todo eso se desvaneció cuando conocí realmente a Cristo, igual que la noche cuando aparecen los primeros rayos del sol.

Desde entonces, he experimentado una paz y una alegría que nunca había sentido antes. No es que todo en mi vida haya sido perfecto, pero ahora sé que Dios está en control y que Él tiene un plan para mí. Me ha mostrado su amor incondicional y su gracia, y eso me ha transformado de adentro hacia afuera. Cuando aceptamos a Cristo en nuestras vidas, todo cambia. Ya no somos los mismos, sino nuevas criaturas en Él. Todo lo viejo ha pasado y todo es nuevo. La vida ya no se trata de buscar nuestra propia felicidad, sino de vivir para Él y hacer su voluntad.

La vida cristiana no es para nada fácil, pero sí es la más gratificante. Hay pruebas y tribulaciones, pero también hay victorias y bendiciones. Y la mayor bendición de todas es la salvación que Dios nos ofrece a través de Jesucristo. ¿Acaso necesitamos algo más? 

No hay nada más grande que conocer a Dios y tener una relación personal con Él. Esa es la verdadera felicidad y la única forma de encontrar un propósito y una dirección verdaderos para nuestras vidas. Todo lo demás es efímero y temporal, pero la salvación que Dios nos ofrece es eterna. 

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